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La securitización
La securitización es una transformación de
activos ilíquidos en títulos valores negociables. Consiste en reunir y reagrupar un
conjunto de activos crediticios, con el objeto de que sirvan de respaldo a la emisión de
títulos valores o participaciones para ser colocadas entre inversores. Los créditos de
esos activos quedan incorporados a los títulos que, a su vez, están garantizados por los
activos subyacentes. Estos títulos valores son, por definición, negociables en un
mercado secundario.
''Securitizar" una obligación es representarla
con un título. Nótese que no toda técnica de financiamiento mediante títulos valores
conlleva la característica de transformar activos inmovilizados en activos líquidos. Tal
es el caso, por ejemplo, de las obligaciones negociables, ya que en ellas, aún cuando el
objetivo perseguido es la obtención de recursos, la garantía de repago está localizada
en la solvencia económica del emisor y no en el activo que ha de servir de respaldo a la
emisión, como ocurre, en cambio, con la securitización, lo que le da a ésta
particulares características.
El fenómeno de la globalización a nivel mundial ha
creado el escenario propicio para el desarrollo de la securitización, al incorporar
nuevos instrumentos en las economías de cada país. La securitización, como herramienta
que trasciende las fronteras, impulsa el crecimiento del mercado de capitales al
transformarse en una alternativa más barata para acceder a los recursos financieros.
Esta alternativa de financiamiento viene a modificar
sustancialmente el sistema tradicional de financiación en el que las entidades
financieras intermediaban en la oferta y demanda de dinero, profundizándose la tendencia
actual a la desintermediación, ya que la securitización pone en contacto directo a los
inversores con los tomadores de dinero. En este mercado, el banco media pero no asume el
riesgo crediticio ya que la contingencia queda en cabeza del tenedor final del título.
En este nuevo escenario la banca de inversión viene
a desplazar a la banca comercial tradicional, quedando reservada a la banca minorista la
actividad orientada al otorgamiento de créditos personales o de consumo.
En este marco, es posible la especialización de la
banca minorista, optando unas entidades por operar preferentemente como entidad
depositaria, en tanto las otras por especializarse en la actividad prestamista. Así, las
primeras reciben depósitos y los invierten en títulos valores respaldados por los
préstamos otorgados por las segundas.
El proceso de sustitución de activos ilíquidos por
activos disponibles coloca a quien inicia el proceso de securitización (el que arma el
paquete de activos crediticios) en una mejor situación financiera al darle un valor de
mercado a créditos que antes no lo tenían, al posibilitar que activos no endosables sean
transmisibles en el mercado secundario, y si se tratase de una entidad regida por la ley
de entidades financieras, le proporciona la ventaja de mejorar la ecuación de patrimonio
técnico por los activos calificados por su nivel de riesgo, conforme con las Normas de
Basilea de aplicación obligatoria, pues un mayor nivel de riesgo de esos activos se
corresponde con una mayor exigencia patrimonial. A través de la securitización la
entidad financiera elimina de su activó los créditos titulizados incrementando su
capacidad de otorgamiento de nuevos créditos.
A las entidades con alto grado de inmovilización de
sus carteras o largos plazos de amortización, les permite adquirir capacidad prestable.
Agrégase la posibilidad de resolver el problema de liquidez por descalce originado en la
toma de fondos a corto plazo contra la financiación a mayores plazos.
Otra ventaja de la securitización consiste en que en
estos títulos valores respaldados por activos, la calificación del riesgo se practica
respecto del título como tal y de los activos subyacentes, con independencia de la
calidad de quien sea el originante y las vicisitudes de su actividad empresarial.
Si se quisiera aún mejorar la calidad del activo
securitizado para hacer más atractiva la emisión, puede apelarse a ciertas técnicas
como agregarle el aval de originante, o la constitución de fianzas, seguros de caución o
el compromiso del originante de reemplazar los créditos impagos por otros de similar
naturaleza.
El capital extranjero puede estar mejor dispuesto a
invertir en un proyecto de inversión garantizado por un activo aislado del riesgo país,
facilitándose la entrada en jurisdicción nacional de recursos provenientes del exterior.
En nuestro país los vehículos utilizados para
destinarlos a la securitización son el fideicomiso financiero y los fondos comunes de
inversión, a los cuales suele agregarse a las sociedades de objeto específico. Estas
últimas, sin embargo, en sí mismas no producen el efecto de separar el activo cedido del
suyo propio, debiendo apelar, entonces, para crear un patrimonio separado del suyo que
aísle el riesgo crediticio, al fideicomiso financiero o a la constitución de fondos
comunes de inversión.